Las Madrugadas del Infinito
Blog personal de Fidelia Caballero
sábado, 27 de agosto de 2011
Mientras un niño muera de hambre en este planeta, a pesar de todos los avances tecnológicos, médicos, de comunicación; seguiremos siendo ciudadanos del mundo subdesarrollados y trogloditas, deshumanizados y crueles. ¿De qué nos sirve enviar una nave al espacio si un niño no tiene qué llevarse a la boca? Somos unos incultos y pobres retrasados. He dicho.
jueves, 10 de junio de 2010
Mago
No he cruzado palabra con ser humano alguno en todo el día, no de viva voz. He estado callada, escribiendo y riendo de vez en cuando. Sola. Qué descanso. Sólo el Mago me dijo cosas, cruzamos palabras por medio de los ojos. Él decía, yo leía. Yo dije tonterías, él leyó las tonterías y leí su risa: fresca, inteligente cada letra. En silencio los dos, imaginándonos.
viernes, 18 de septiembre de 2009
Una caja de gusanos
Deseo, sinceramente, vivir en una caja con gusanos; que mi alma sin riqueza tenga algo seguro: un silencio oscurecido, un resumen de sombras y un espejo, ahí, arribita, para ver pasar el tiempo y decir, por ejemplo, qué esbelta mi quijada colorida, qué tierno el ojo que me queda, en qué ejemplar insecto se convirtió mi frente antes de ave, qué hinchado el corazón y quieto, y qué pies, antes de fuego, ahora fríos.
Deseo, con honestidad es que lo digo, morder amarga las raíces que de viaje entregará la tierra, sentir entre dolor y humorístico pavor que asuste, el estallido de mis órganos podridos; reírme como loca y recordar violines, antiguos enemigos; encerrada en esta pobre arquitectura con gusanos ciegos succionando, hasta hacerme polvo en polvo, tan tranquila. Que mi alma tenga algo bien seguro: un mar de masa amorfa, vida sin puerta, alegría roja, belleza inmóvil y una orgía de embriaguez oscura, amor para mí tan sólo y un sueño triste que reposa.
Pero deseo también, seguramente, que no me mate el extranjero, ni una tiranía de rifles, ni morir por voluntad estúpida de otro; tampoco quiero religión, menos quiero a cualquier dios en estas cosas. Que un pájaro de aire me revuelva el corazón como ruleta, o yo, llorando mi niña escarlatina, muy cansada de la vida idiota, darme jubilosa marcha atrás y ser victoria mía.
Deseo morirme sin campanas ni ademanes, sin llevarme nada, sólo estos ojos que han de comerse a los gusanos, que verán el tiempo en el espejo y en mi calavera floja, flaca, enjuta y en los huesos.
viernes, 17 de julio de 2009
Quiero descansar
Te he llorado cuatro años, pero debo terminar con esto. No quiero. No quiero soltar la consistencia de tu mano, la afición a tu palabra. Me haces tanta falta, Héctor. Vivo crónicamente en un rincón de tu cocina, entre las piedras del patio, en el vacío de la alberca retirada, en el recuerdo del Tyson y la Morris.
***
No sueño otra cosa que no sea tu casita Monroe y los Boteros aferrados a tu tierra y ventanal que engaña. Sigues siendo lo mismo. Acudo siempre a tu cobijo firme, como la hoja endeble acude al cobertizo, como va la mano en el invierno hasta el bolsillo, el músculo cansado al recoveco.
***
Pero hoy quiero decirte: ya no.
***
He luchado cuatro años en soledad y a solas. Quiero verte vivo y no hay manera. Existo divagando con la rabia sublime de que estás, que la vida que he llevado es una perra pesadilla, con guiones, manuscritos y líneas suprimidas.
***
Hoy sólo quiero decirte: adiós.
***
Voy a enterrarte, Héctor, cariño, aunque no lo creas. Te he extrañado tanto que he dejado de pensar. Vivo de noche y agonizo el día. He recolectado cosas tristes, he acumulado ataques masivos de pánico, simulacros superfluos de muerte, bautizos actuales de antiguas ofensas.
***
Papiroflexia. Construye una nube, un avión fantoche donde se pierda tu alma volando, un avión templado que te acerque al resplandor de la verdad, que vuele en domingo, que te lleve de mí. Un avión pomposo que tumbe naranjas y amoneste abejas.
***
Pero, Héctor, la piedrita, ponle una piedrita en la punta para que alcance más vuelo. Ya te miraré después, ya me contarás.
Pero hoy te digo: adiós, que descanses, papá.
miércoles, 8 de julio de 2009
De Cucas y Charlatanes
Como son las cucarachas, ¿no?, conscientes de su empaque repulsivo, impulsan sobre sus patas su asquerosa barbarie para no ser vistas, conocedoras de que cualquier cosa que se haya movido o esté irrumpiendo en su actual recinto, tiene ojos que miran y esos ojos tienen alma (no todos, ni muy fina) y el alma se agolpa en el pecho y el pecho menea el estómago y éste implanta jugos gástricos obscenos y los jugos escalan al juicio y el juicio le ordena a la sangre matar, cuando hemos visto algo asqueroso, en este caso a ellas y ellas conocen perfecto este juego.
No sé por qué me recuerda el juego que saben jugar también, a la perfección, los políticos cuando son sorprendidos en alguna estafa, engaño, timo, fraude, asesinato con dolo o sin él, léase Bours y toda la bola de cucarachitas a caballo y con sombrero que corrían felices por el campo.
Así como hacen las cucas, que sabedoras de su vil fachada e insalubre desaseo, corren como pedo que lleva el viento a encontrar resguardo seguro cuando les encienden la luz, así merito se condujo Bours cuando las llamas de la guardería iluminaron el cochinero de subrogaciones que traía entre las patas, y no me refiero a las patas del caballo, sino a las patitas de cucaracha ramplona con las que sostiene su rústica humanidad, si algo de humano ha de tener. Qué lindo, una cucaracha regalando ponies.
Así se condujo, dándose estrellones contra todo y todos, como las cucas contra los muebles de la cocina. No le quedó más remedio que comportarse como el verdadero hijoeputa que es y sacar la casta roñosa de todas las generaciones de priístas que nos han manoseado durante años, al condicionar la indemnización a los padres que perdieron a sus hijos, va el dinero pero no demanden a nadie, dejen todo en nuestras patas.
Cómo son las cucarachas, ¿no?
viernes, 3 de julio de 2009
No se trata de zoofilia, lo juro!
Será para algunos una tontería, para otros no tanto; pero hoy he estado llorando, literalmente, así, con los ojos, llorando dolorosamente por tener un perro. Un perro que me abrace, que me bese, un perro para yo abrazarlo, besarlo; que me mire con sus ojotes de perro y me pida perdón, y yo pedirle perdón también y siempre perdonarnos. No uno pequeño, no uno de esos falderos que no te permiten dar paso y que incluso pueden provocarte una caída grave o semi grave cuando se te enredan en los pies en busca de atenciones; no, los pequeños casi no tienen cuerpo qué abrazar, ni hocicos largos qué besar. Tampoco un perro demasiado grande, sería injusto para los dos; esta casa es muy pequeña, el patio no soportaría las interminables cuachas y litros de meados de un perro descomunal. Aunque claro, un perro gigante sería el ideal para satisfacer mis necesidades emocionales de amor canino, sería perfecto: cuerpo grande, hocico generoso; hasta podría ponerlo en dos patas y bailar con él de vez en cuando. Tampoco la cama, mucho menos Nininini soportarían una tarde de movies con él a los pies. Entonces, un perro de estatura mediana, pelito corto, que no cague mucho y orine menos; el color del trajecito de peluche que nunca se quitan no importa, pero si es de color liso y no a rayas o estampados, mejor. Verdaderamente que lo necesito, nunca había necesitado tanto a alguien (conste que el "alguien" es deliberado). Que sea enojón, pero no conmigo, ah, y que le gusten mucho los gatos.
jueves, 18 de junio de 2009
Hoy no están las palabras
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Escribir, escribir... pero qué obsesión. Abro una cerveza y me quedo viendo la pantalla de la computadora en blanco, en blanco la hoja y en blanco el cerebro. Volteo para todos lados buscando con qué distraerme para no aceptar mi derrota. Un libro de cocina asiática, no, no...leer las amenazas en el bote de cerveza, tampoco, no...mirar por la ventana, no se ve nada, está clausurada, ya dejó de ser ventana. Tal vez lo mejor sea que me ponga a buscar el hilo dental que no encontré por la noche. Las palabras hoy no están donde las puse. Rascarme la cabeza siempre me saca de apuros en estos casos y puedo hacerlo por horas. Opto por esto último y me tiro a la cama. Ya nos veremos las caras después.
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Tengo ganas de moverme, ver esta casa y estos árboles resecos desde otro ángulo. Ángulo lunar, claro.
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Sigue todo en blanco. Nininini ya llegó y no hay qué comer. Ahora en la tarde hay lectura en la escuela de Letras. Todo es importante, yo nunca discrimino nada ni a nadie. Serían pendejadas. Hay que salir. Clonazepam para los desvaríos, pero qué gueva cargar con el frasquito para los amigos. La pantalla se pone en negro, pateo el mouse desde la cama. Sigo.
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Nininini fue al doctor y no le he preguntado cómo le fue. Me muero por un perro, pero uno de verdad, de esos que muerden. Y no es que no me baste con mi gato Manolo, Francisco, Cotys, ha tenido muchos nombres, incluso dos nombres al mismo tiempo y él ni se inmuta, qué chingados le va importar ¡es un gato! Pero sí, me urge amor perruno.
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Sigo en la cama con la mano en la cabeza. Autopiojito se le llama a esto y es posible, sólo tienes que desentenderte de tu mano y listo, es como si ese dulce doncello o ese viejo barbado e impetuoso (cuestión de gustos) te acariciara los cabellos, mientras tú esperas a que lleguen solas las palabras en vez de pararte a buscarlas. Autopiojito. Pateo de nuevo el mouse. Ya no llegaron y hay que salir. Nininini enciende el carro, salgo corriendo dejando poemas inéditos tirados en el porche, en la banqueta... y camina una palabra por la calle, en dirección opuesta a la mía, claro.
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